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Contribuir a la retroalimentación Qué le gusta a User de Jaen Iii:
Sitio de toda la vida donde te tratan bien y donde juntarse con familia o amigos y picar algo. Valentín, que atiende las mesas de la terraza, es un máquina. Puede estar lleno, que atiende a todos y no se le escapa nada. Y además, con una sonrisa. Ver todas las opiniones.
Lo único que se salga es el camarero muy amable y atento, pero la comida es otra cosa en una palabra PÉSIMA por no decir otra cosa y encima carísimo para la porquería que te ponen. PARA NO VOLVER
Estuvimos comiendo y la verdad es que los platos estaban fantásticos, la comida deliciosa, el ambiente muy acogedor y familiar, nos sentimos muy cómodos como en casa. Sin duda, volveremos a repetir. Gracias por alegrarnos el día.
Pedimos lacón, croquetas y bravas. El lacón sequisimo y con patatas FRITAS, las croquetas caseras sabor fritanga de un aceite que no se habria cambiado en meses y las bravas con las mismas características de los dos platos anteriores aunque la salsa lo disimulaba un poco. En resumen, las peores tapas que he comido en mucho tiempo.
Penoso. Se equivocaron de mesa con las raciones. La compra da aceitosa a mas no poder. El servicio pesimo
Le he dado un total de tres oportunidades al sitio. He de decir que he ido más veces y, alguna, he salido con una sensación normal, ni frío ni calor. Pero tres han sido las veces que he dicho no vuelvo más y he vuelto por dar la oportunidad, hasta que la tercera ya sí que no más, me siento en la terraza de al lado. El bar por dentro y por fuera es otro mundo. Dentro, suelen tener mucho jaleo, especialmente a la hora del aperitivo, pero los camareros de barra, aunque tardan en atenderte y hacen como que no te ven muchas veces, al final te atienden y lo hacen bien; te hablan y te tratan bien. Ahora, en la terraza, pasa algo que no puedo entender en ningún local. Sólo hay un camarero y, cuando llegas, te mira con cara de qué quieres y a qué vienes . Va atendiendo o recogiendo mesas vacías, cuando no se va a la puerta del bar y se queda hablando con otra persona o mirando el móvil, mientras tú te sientas en una mesa y observas la escena deseando que se de cuenta de que eres un cliente que quiere pedir. Al final, viene y ni siquiera te pregunta, porque son más tus ganas de pedir que las suyas de que pidas. Pides dos cañas y, si tienes suerte, quizá te mira a los ojos. Se pira para dentro. Vuelve a salir. Vuelve a repetir la misma escena anterior. Mucho paseo. Tarda en servir dos malditas cañas e incluso a veces saca cañas a mesas que llegan más tarde. Al final te saca las cañas, pero para cuando te saca la tapa ya llevas la caña por la mitad. A todo esto, el camarero no se comunica contigo ni te avisa de tenemos un poco de jaleo, disculpad chicos, os saco la tapa en cuanto esté que ya la tengo pedida . No sé, algo. Nada. Total sensación de abandono como cliente. Y no quiero echarle la culpa del todo al camarero. Me da la sensación de que le deben de pagar muy poco y el hombre está asqueado. Y lo puedo entender. Pero yo también he trabajado en hostelería asqueada por lo mal que me trataban y lo poco que me pagaban y no vertía mi mala leche sobre el cliente. Así que algo de responsabilidad debería tener en la indiferencia con la que trata a los clientes de la terraza. La comida, ni bien ni mal. Si pides la hamburguesa en la terraza y le dices que te la saque muy hecha te la sacan medio cruda. Si lo pides en la barra, hay probabilidad de que te hagan caso. Aunque prefieren que si estás en terraza pidas en terraza y no en barra, y si vas a la barra el de la terraza te mira todavía peor por no haber confiado en él. Las patatas bravas a veces saben a chorizo, a veces a calamar frito. Es una mezcla de sabores del mundo que nunca sabes cuál te va a tocar. Depende del uso que hayan hecho ese día de la freidora. Todo es medianamente comestible, pero con esas salvedades. Nota general: un poco desastre.