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Nos dejamos recomenzar por la guía Michelin y acertamos. Todos los platos que probamos eran excelentes, buenas referencias de vino y trato amigable y cercano por parte de David. Nos gustó y disfrutamos mucho, muy buena calidad precio Ver todas las opiniones.
Lo que User no le gusta de Re Art:
Lo único malo es la ubicación pero la comida es genial. Nos dieron filete tártaro, patatas bravas, croquetas de jamón y lomo a la brasa. El lomo a la brasa es bastante pequeño para 2 personas. Ver todas las opiniones.
En mayo Mi esposa reservó este restaurante para 6 personas para una cena el 27 de julio. El 31 de mayo recibimos la confirmación por correo de esta reserva. Entre la confirmación y el día anterior al 27 de julio no hubo más contactos con este restaurante. El día 26 de julio a las 21.30h recibimos un mail de este restaurante: cancelación de la reserva. Llamé varias veces a immédiatel pero nadie contestó. También envié un correo para contactarme pero no hubo reacción. Tuvimos que buscar otro restaurante en 1 día para 6 personas (no es fácil en julio). Tuvimos suerte, Casa Piedra hizo todo por nosotros y tuvimos una muy buena cena. Gracias Casa Piedra. Es la primera vez que pasa algo así desde 2002 (18 visitas a Ibiza). No es de recibo. Ten cuidado al reservar en este restaurante.
Lo único malo es la ubicación pero la comida es genial. Nos dieron filete tártaro, patatas bravas, croquetas de jamón y lomo a la brasa. El lomo a la brasa es bastante pequeño para 2 personas.
Comimos 5 personas y pagamos 200€ (sin vino). Calidad brutal, creatividad y sabores, sin duda vale la pena. David y su equipo se lo curran mucho. Pide la Kombucha que elaboran ellos, es excelente!!
El steak-tartar que ARRUINÓ mi cena Y aún así le doy cinco estrellas… Pasábamos el fin de semana en Ibiza y, por casualidad, me topé con un artículo que nombraba a este restaurante. Fuimos a cenar la primera noche. El local no está mal, bien decorado, aunque la estructura recuerda un poco a los bares que se abrían en los ochenta. El personal que nos atendió aquella noche, un camarero alto y algo tímido, y una camarera profesional y agradable, bien. La carta, curiosa, divertida y con un poco de todo. He de decir que soy intolerante a la lactosa, por lo que hay cosas que no me atrevo a pedir, como son las frituras. Pedimos la lengua de ternera y una especie de wok con tirabeques y caldo reducido de cebolla para compartir; y de plato fuerte, unos calarmacitos y una sirvia. Los entrantes estaban riquísimos. Preparar la lengua como si fuera embutido con una vinagreta potente, todo un acierto. El wok podía mejorarse. Como las verduras no tenían el mismo tamaño, unas estaban duras y otras en su punto, pero el caldo de cebolla tostada hizo que esto pasará a un segundo plano. En cuanto al pescado, bien. El cocinero debió echarle dos veces sal a mi plato, pero como entiendo que son gustos personales, no dije nada. Pagamos y nos fuimos. Dos noches después y tras llamar sin éxito a las opciones que teníamos, reservamos de nuevo. ERROR. Salvo los dos trabajadores arriba mencionados, que siguieron haciendo gala de su profesionalidad, hubo otros que se vinieron “un poco arriba” ante nuestra repetición. Volvimos a pedir la lengua, unos mejillones en escabeche, una tortilla (de claras) con gamba cristal y dos platos de pescado (salmonetes parrilla sin guarnición y denton). Hasta aquí todo bien; quizá mis salmonetes un poco pasados de punto, pero como la espina estaba brillante, decidí volver a no decir nada por entender que se trataba de “mi gusto personal”. El problema viene cuando terminamos de comer y yo sigo teniendo hambre. Hablamos con la camarera que nos atendió y, tras unos minutos de agradable conversación, nos toma nota de un steak-tartar y una tarta de queso para mi chico. Ahí se va todo al garete. Mi chico me dice que el chef canta un par de veces la comanda, que los cocineros se acercan a verla, pero eso no estaba teniendo mucha importancia para mí (a pesar de que yo ya estaba roja como un tomate porque está muy mal visto que una mujer coma cuando tiene hambre) hasta que llega a traernos los platos la mujer que parece ocupar el puesto de maître (de pelo rubio y de origen vasco) y me dice: NUNCA ME HABÍAN PEDIDO UN STEAK-TARTAR DE POSTRE. ¿CUÁL ES TU NOMBRE? SI ALGÚN DÍA ESCRIBO UN LIBRO DE COCINA, TE NOMBRARÉ EN ÉL. A lo que yo le contesto: ME HE QUEDADO CON HAMBRE Y, COMO NO TENÉIS NINGÚN POSTRE SIN LACTOSA, HE PEDIDO ESTO. En ese momento deberíamos haber pedido la cuenta e irnos porque lo que esta persona provocó es que varias mesas del restaurante se nos quedaran mirando (las que estaban de espaldas se volvieron). Pero eso no fue todo porque todavía tenía que venir otra de sus trabajadoras (morena, de pelo largo) a hacer la bromita mientras levantaba los platos. Algo totalmente “adecuadísimo”, pues mi chico le pidió un café y ni se enteró. Yo no sé si esta señora escribirá algún día un libro de cocina. Posiblemente yo sí lo haga, ya que yo soy periodista y mi chico, cocinero. Y sin duda ninguna les nombraré como el restaurante al que los dueños prefieren que los comensales vayan a medio comer; como el único sitio en el que me han humillado y juzgado por pedir algo que voy a pagar. Podría excusarme con que el tipo de comida que pedimos llenaba más o menos, con que apenas habíamos comido al mediodía, pero ¿por qué? Si hubiéramos pedido una segunda botella de vino, ¿se habría armado tal revuelo? No tengo por qué pedir disculpas por pedir comida en un restaurante o ¿es que hubiera sido mejor que mi cuenta fuera de 60 € en vez de 160? Mis cinco estrellas son porque la comida está bastante bien, porque hay dos personas en la sala que lo merecen y porque levantar la media cuesta mucho trabajo.
Cuina moderna i creativo amb producte local però amb un preu elevat (que li ri una estrella de valoració com d'altres restaurant a Eivissa)
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