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Cuando me acerqué a este restaurante pensé que era una tiendita, una especie de bodegn, un lugar donde los podas compran recuerdos originales, quesos y vinos, el templo de las delicadas para llevar. Aunque no estaba tan equivocado, era más para descubrir cuando entré en su decoración marcada por rojo, negro y madera, rociada con pequeños detalles y corazones, me dijeron del cario con el que se hacen las cosas. Es muy... Ver todas las opiniones.
Cuando me acerqué a este restaurante pensé que era una tiendita, una especie de bodegn, un lugar donde los podas compran recuerdos originales, quesos y vinos, el templo de las delicadas para llevar. Aunque no estaba tan equivocado, era más para descubrir cuando entré en su decoración marcada por rojo, negro y madera, rociada con pequeños detalles y corazones, me dijeron del cario con el que se hacen las cosas. Es muy pequeño, sólo dos o tres mesas, pero su menta sorprende: falafel, hummo, shawarma, envolturas, entradas - como el carpaccio de carne,- sopas - el brcoli con leche de coco y me limón encanto y postres, entre los cuales destaca las wafles belgas con vinos de helada, comida de mediterrnea y mesa de solit.
Cuando me acerqué a este restaurante pensé que era una tiendita, una especie de bodegón, un lugar en el que podías comprar souvenirs originales, quesos y vinos, el templo de las delicateses para llevar. Aunque no estaba tan equivocada, había más por descubrir. Al entrar su decoración marcada por el rojo, el negro, y la madera, salpicada de pequeños detalles y corazones, me hablaban del cariño con el que se realizan las cosas. Es bien pequeño, apenas dos o tres mesitas, pero su menú sorprende: falafel, hummus, shawarma, wraps, entradas como el carpaccio de carne , sopas la de brócoli con leche de coco y limoncillo me encantó y postres, entre el que destaca el de wafles belgas con torta helada. Vinos, comida mediterránea y tabla de quesos con encanto. Sus dueñas no hablan casi español, pero se hacen entender con cada creación culinaria.