Imagínate esto: Estás sentado en un restaurante elegante, las luces se atenúan, el camarero te trae un expositor de mesa con un código QR. "Sólo tienes que escanearlo para ver el menú", te dice. Sacas tu smartphone, escaneas el código y ¡zas! En lugar del menú, te aparece una página que te pide el número de tu tarjeta de crédito. ¿Suena absurdo? Por desgracia, no lo es.
Los estafadores son creativos. Incluso pueden colocar códigos falsos en mesas, paredes o cajas registradoras. Un escaneo erróneo y abres la puerta a tus datos bancarios o a tu información privada. Se vuelve especialmente peligroso cuando los códigos manipulados apenas pueden distinguirse de los auténticos. ¿Quién comprueba si el código de la pantalla de la mesa es original?