El desperdicio de alimentos es un tema central en la gastronomía. Sin embargo, con una planificación inteligente se puede lograr mucho. Quien diseña las ofertas de menú según la demanda, utiliza productos de temporada y calcula las porciones de manera realista, reduce la sobreproducción y, por ende, los residuos. La elaboración creativa de sobras, como en platos del día o pequeños snacks, también contribuye a la diversidad en el menú y atrae a clientes conscientes del medio ambiente.
También al adquirir productos, vale la pena echar un vistazo más de cerca. Productos regionales y biológicos con cortos trayectos de entrega disminuyen la emisión de CO₂ y fomentan a los proveedores locales. El uso de envases reutilizables y la devolución de material de embalaje ayudan a evitar residuos y a conservar recursos. Donde no se puede evitar el desperdicio, este debe ser separado, compostado o reutilizado de manera adecuada. Especialmente en el caso de residuos orgánicos, los restauradores pueden hacer una verdadera diferencia con un compostaje propio o mediante contenedores de materia orgánica.